ŞÜKRÜ KARAKUŞ
CALIGRAMAS DE ÓXIDO PLURAL Y METAMÓRFICO Fernando Golvano "Ninguna mirada es estable o, mejor dicho, en el surco neutro de la mirada que traspasa perpendicularmente la tela, el sujeto y el objeto, el espectador y el modelo cambian su papel hasta el infinito." Michel Foucault sobre "Las Meninas" de Velásquez en Las palabras y las cosas l. Dar forma a las paradojas y misterios del cero: quizá sea ésta una de las claves creativas de Şükrü Karakuş. La presencia reiterada en sus pinturas de ese signo numérico -sin valor por mismo, pero que ocupa el lugar de los valores ausentes en los números-, parece revelarnos su voluntad simbólica y conceptual. Por ello, titula "Cero Potencia/ "a una obra múltiple en la que esa cifra, letras y textos fragmentarios pintados al envés y en varios idiomas parecen enunciar, en medio de las cosas, historias antiguas o modernas, procesos de caza y fuga de significados, y los problemas de la representación en el arte y en el lenguaje. Sí, esta obra condensa bien el sentido del hacer pictórico de este artista turco que en la actualidad vive y crea en Euskadi. II. En su exposición de 1993 celebrada en Es tambul y en esta nueva muestra la poética del cero dialoga con la del óxido. Bien en sus collages anteriores o en sus obras actuales realizadas con transferencias —la acción del óxido crea formas en un papel que luego se fotocopia y se transfiere por contacto con pigmentos al lienzo— y con otras técnicas y materiales, este artista, atento a la crisis de los modos de representación en el arte, nos remite a una cuestión crucial desvelada por la tradición nihilista occidental: la no correspondencia entre el orden del lenguaje y el orden del mundo. Karakuş, que ha leído a Foucault y a Barthes, sabe que esa ruptura de la transparencia entre la teoría de la representación y la del lenguaje no cesa de producir paradojas, identidades precarias, diferencias, y sentidos más abiertos. No obstante, el anhelo crítico de este artista no se limita a designar plásticamente cómo no se asemeja de inmediato el lenguaje a las cosas, sino que, en ese y otros ámbitos de la crisis de la modernidad, busca crear realidad de sentido y explorar los significados que habitan lo real. Por ello, sus nuevas obras, esas topografías de óxido creando formas que parecen orgánicas, metaforizan no sólo el proceso dual —naturaleza/tecnología— de su elaboración sino una alegoría más ambiciosa: el mapa de los días, de Io que permanece indefinido esperando la acción del nombrar, pero también la emergencia de lo efímero, y de la memoria que faculta, en palabras de Deleuze, el despliegue de una lógica de la multiplicidad de las interpretaciones. III. Del mismo modo que la separación entre las palabras y las cosas posibilitó, entre sus múltiples consecuencias, la aparición de palabras autosuficientes alejadas de la acción social; y, por lo tanto, el desarrollo de la literatura, la creciente autonomía del signo visual, del modelo de representación basado en la mimesis, ha permitido nuevos modos de expresión artística Este empeño late en las tradiciones abstractas o en el informalismo matérico con las que también se emparenta la obra de Karakuş. Su pintura nos emplaza permanentemente a un esfuerzo de lenguaje, a ejercicios de intertextualidad como lo hacen las obras de Magritte o Klee, por señalar dos ejemplos cercanos a la sensibilidad de aquél. Indaga, a través de su gesto pictórico, el desentrañamiento entre las palabras y las cosas, o entre los signos visuales y los signos lingüísticos de modo que sus obras devienen mediación y acto de diferencias y similitudes, de caos y orden. ¿En qué sentido podríamos denominar como conceptual a su pintura? Quizá sea por su énfasis en el proceso intelectual que pone en marcha y en su voluntad de activar una recepción critica. En varias de sus obras podemos percibir una disposición simultánea de tres niveles de representación —el objeto, la definición lingüística y su representación icónica—, relacionándose así con la actitud analítica de Kosuth; sin embargo, se separa de él al no abandonar el espacio de la pintura, y al no despreciar "la buena factura" de sus obras y los valores estéticos surgidos de la misma. IV. Tanto en obras anteriores como en las de esta exposición destaca un rasgo creativo: su pasión caligrámica. Sabe por Foucault que "el caligrama nunca dice y representa en el mismo momento; esa misma cosa que se ve y se lee está callada en la visión y oculta en la lectura", entonces, en ese juego de paradojas, inventa nuevos nexos entre los signos visuales y los signos lingüísticos para que los interpretemos por medio de la acción comunicativa. Cuando pinta estos raros caligramas parece aproximarse al enigma de los libros antiguos —con anotaciones en los márgenes como sucede en alguna de estas pinturas— escritos con la memoria del óxido y su poder metafórico del tiempo dual: agente de lo precario, de la obsolescencia, pero también de la vida, de la renovación incesante. La marca del tiempo en estas obras no se integra sólo en su proceso de gestación, sino que se afirma además en los conceptos escritos en las obras, así como en ese presente fragmentario, liminar, ese tiempo—ahora captado en el reflejo especular de la palabra "momento". Por otra parte, el color hegemónico- en esta muestra no podía dejar de ser el de la lentitud, a saber: el del óxido creado por la vibración herrumbrosa del tiempo. V. Una trama de antinomias pueblan sus pinturas: naturaleza y tecnología, este y oeste como referentes culturales y geográficos, orgánico e inorgánico, antiguo y moderno, pasado y futura, etcétera. Están, asimismo, en esos palimpsestos su afán de crear un arte en segundo grado. ¿Qué se ancla en esa pintura? Tal vez, su tentativa de alojar una mirada al mundo y a las cosas, su diccionario de formas y sentidos mutantes, los sueños con sus ecos antiguos, el óxido de la experiencia, su metamorfosis, los alfabetos y sus historias cruzadas, los alientos míticos de los caligramas, las lenguas y su densidad de climas diversos, de sonidos y de misterios. Como tierra de nadie y comunidad de todos, el arte y el lenguaje nos permiten habitar una vida más compleja y sutil, más fraterna con lo humano. Esa posibilidad nos lega también Şükrü Karakuş con sus pinturas: presencias, libros abiertos para un diálogo siempre precario entre las palabras y las cosas, entre las culturas, entre el significado reconocible y sus fugas hacia lo inefable. Pinturas del cero: tierra de nadie, universo para pensar e imaginar todos. Memoria artística de las palabras y las cosas. Oxido plural y metamórfico. 1996